Voi ch'amate lo Criatore. Laudas medieval
2010
Para el mundo medieval, la permanencia de Cristo en la historia era un hecho. Cristo era reconocido realmente como una presencia. Las laudas son un fruto de ese tiempo, el fruto de una virtud, la sencillez, que permitía a los hombres medievales adherirse con asombro a la evidencia que aquel Hombre despertaba en ellos.
El asombro que suscitaba era como una promesa, albergaba el deseo de algo mejor, más fuerte y verdadero, más amable y conmovedor, de una vida más verdadera… era una promesa.
La vida humana carece de dignidad si no establece una relación consciente con su destino, y por tanto con Cristo, porque Cristo es el destino de cada cosa. Las laudas nacen de esta conciencia conmovida.
No me niegues tu amor, para que nada pueda en mí ninguna bajeza culpable. La bajeza (es decir, la falta de nobleza, de dignidad) se dice “culpable”, porque se nos ha dado conocer el sentido de nuestro destino. Al rehuir la “bajeza culpable” nuestra vida recobra su valor: el de hacerse familiar a su amor, a ese Amor incondicional del Ser que está en el origen de todo. Por ello resulta posible el gusto de vivir, la certeza, la esperanza, el afecto a uno mismo, a los demás, a las cosas, al tiempo presente y al futuro.
(Luigi Giussani - texto traducido del fasciculo adjunto al CD)