Concierto para piano y orquesta n. 2 y 3
Sviatoslav Richter, Lilya ZilbersteinWarsaw Philharmonic Orchestra dirigida por Stanislaw Wislocki y Berliner Philharmoniker dirigida por Claudio Abbado
Cuando escucho la música de Rachmaninov, tan grande en su inmensa dramaticidad – como una liturgia que celebra el Destino –, me sorprendo pensando: Rachmaninov expresa lo que yo soy, lo que es el amigo que se sienta a mi lado, lo que es la amiga que está frente a mí. Los conciertos del maestro ruso, en efecto, no son extraños a la experiencia de una vitalidad y de una humanidad vividas con espontaneidad: esas notas, fuertes y dramáticas, representan el corazón del comer y del beber, del reír y del llorar, y del cansancio que se adueña de nosotros hasta hacernos dormir. Ellas hablan de la grandeza de nuestra presencia en el cosmos. Y después dan paz: en cada movimiento, la resistencia impávida de la positividad de las cosas vence inexorablemente cualquier temor que invade mente y corazón y amenaza con destruir la palabra, la mente, el corazón, anulando todo en la "noche del mundo".
(Luigi Giussani - texto traducido del fasciculo adjunto al CD)