Si se sofoca el Misterio como dimensión de la propia relación con las personas y con las cosas, toda la realidad se convierte en una especie de juego, en algo hecho a base de pedazos; las manos y la mirada la dividen en trozos sin nexo alguno entre ellos.
La dramaticidad de la vida está en esta alternativa, que se advierte muy bien escuchando la hermosa música de La gran Pascua Rusa de Rimskij-Korsakov. Podemos pensar, como contraste, en una discoteca: un río de provocaciones sensoriales sin pensamiento, sin construcción, en el que el resultado es el abandono a un temblor. En la vida, la alternativa se juega entre la respuesta al Misterio que estamos llamados a dar y la vida según la ley del “me parece y me apetece”. La tarea que se nos ha dado es para nosotros y, como ejemplo, para el mundo; esta tarea es para el mundo. Cristo, único, ha muerto para reclamar al mundo al hecho del Padre. Por muy pocos que seamos, estamos llamados a esta tarea de reclamar al mundo. No hay un camino intermedio entre esta tarea y el “me parece y me apetece”.

(Luigi Giussani - texto traducido del fasciculo adjunto al CD)