Sinfonías n. 3 y 8 inacabada

Wiener Philharmoniker dirigida por Carlos Kleiber
Franz SchubertDeutsche Grammophon 1997


Su obra más grande, es decir su misma existencia, quedó inacabada. Y no sólo porque, como muchos de sus geniales colegas, no sobrepasó el umbral de los cuarenta años. Lo que hizo de Franz Schubert uno de los testigos más conmovedores de las grandezas y de las ilusiones del hombre fue ante todo el sentimiento de que todavía quedaba algo por cumplir, algo por satisfacer. Ese sentimiento le acompañó durante toda su breve vida, llenándola de espera y volviéndose al mismo tiempo criterio de juicio de la vida misma y de su realidad. (...)
Toda su obra, de los Lieder instrumental, lleva en sí este sentimiento de busqueda continua:
y entre sollozos sigo preguntándome: ¿dónde? / El sol ya no me calienta, / Las flores han marchitado, la vida ajada, / y todas las palabras resuenan vacías. / Adonde quiera que vaya soy extranjero / ¿Dónde estás, tierra adorada? / ¿Buscada,imaginada y nunca encontrada? / Tierra, tierra verde de esperanza, / Tierra donde florecen mis rosas, / Donde están mis amigos, / Donde resurgirán mis muertos, / Tierra que hablas mi lengua / ¡Oh tierra¡ ¿dónde estás? / Vago silencioso,infeliz, y entre sollozos sigo / preguntándome: ¿dónde? / El viento me contesta: / "Allá, donde tú no estás,hay felicidad" (...)
La herencia que Schubert dejó al hombre del siglo veinte es la sintesis del drama de la existencia: la posibilidad de una relación con el "más allá" durante nuestra permanencia "acá", en el mundo, es decir, la posibilidad de la esperanza, que se alimenta de señales ciertas, palpable, ahora. Sólo algo hermoso ha de entusiasmar al hombre durante toda su vida, es cierto, pero el esplendor de este encuentro debe alumbrar todo lo demás.

(Pier Paolo Bellini - texto traducido del fasciculo adjunto al CD)