Es una reflexión emocionada que viene provocada a cada nota del Stabat Mater. A través de la libertad y de la cruz nos damos cuenta de que se hace redentor el sufrimiento que hemos padecido, se hace fuerza redentora, como sucedió para el gran compositor bohemio, que pudo componer este fresco fantástico, grandioso, después de la muerte de sus hijos, y como sucedió con la Virgen. (...)
Esta obra maestra de Dvorák no es la conmemoración afligida de una muerte, sino la fiesta que celebra la gloria de Cristo en la historia.

(Luigi Giussani - texto traducido del fasciculo adjunto al CD)